Hoy llegué a la escuela y por lo menos ahora no me mentiré:
vine específicamente a ver a Ángelo. ¿Por qué? ¿Para qué? No lo sé e intentar
dar cualquier razón seria mentir porque de verdad que no tengo la mínima pista
de por qué quiero verlo: pero es así.
-¡Gustav… te mataré!
Vaya… así que ya
se dio cuenta. No, espera… ¿De qué se dio cuenta?
-Hola Ney, buenos días. –Dije con una sonrisa que estoy
seguro reflejaba bien mis sentimientos ante la persona que gritando de esa
manera, a esa hora y sin siquiera saludar se me acercaba; era esa una de las
tantas cosas que odiaba de Ney. Él no podía decir las cosas o no decirlas: no,
esto ultimo nunca, otra cosa que me hacia hervir la sangre. Lo suyo era correr,
echársete encima y gritar, o gritar, correr y echársete encima.
-¿Eres adivino o qué? ¿Haces pacto con el demonio o que?
¡Ángelo me lo ha dicho! ¡Anoche mismo me lo dijo!
-¿Qué cosa? –le respondí, por primera vez durante los
pocos meses que teníamos hablando con verdadero interés.
-Me ha dicho que quiere contigo. Le pregunté “¿te
agrada?” me dijo que si ¡y yo le dije que no! Entonces me dijo que por qué yo
si y el no. ¿Como lo supo?
Ah si, al final si tenia que ver con algo sobre
enterarse. Pero es que para mi está claro: Ney se acuesta con muchos y se jacta
diciendo que Ángelo lo adora, que solo se acuesta con el y que no es capaz de
hacerlo con nadie mas cuando él, por el contrario lo hace con muchos, se
enamora y hasta a mi se me ofrece en bandeja. Aunque por suerte hacen
exactamente dos días que ya no se me ofrece. Creo que por fin ha entendido que
con él, no quiero tener ni el mínimo roce.
-Ney, me parece obvio. Si te llaman, si te tratan de la forma en que te tratan esos con los que
estas… a mi me parece motivo mas que suficiente para lo que te ha dicho.
-Esos malditos, los odio!
Y ahí empezó la rabieta de Ney. Vestida de improperios,
de maldiciones y de vez en cuando de lagrimas. No sé si por maldad, porque en
el fondo soy amable o como premio por contarme sobre Ángelo pero tras un rato
de verlo patalear y pelearse con el aire, sin ni siquiera mirarlo le dije:
-No te preocupes, no haré nada con el. Sabes que tengo
novio y además, estoy realmente muy ocupado; no todos vivimos solo para tener
sexo, hay otros que estudiamos. ¿ O es que acaso no sabias que ahí estaba el
misterio? Pues si, por eso nunca me va mal en los exámenes.
-Calla Gustav.
Si, esa es la respuesta de siempre, ya la esperaba. Así
como también cuando viendo que yo no iba a decirle una sola palabra mas, dio la
espalda y se fue por donde había venido. Era tan simple… que me desconcertaba.
Cuando Ney hablaba y oía algo que no le gustaba, o sea cuando se le decía una
verdad, esa era su respuesta siempre. Era aburrido y yo cada vez entendía menos
por qué Ángelo aunque fuera de vez en cuando, le siguiera dedicando tiempo. Pero
yo no quería pensar en Ney y su estupidez, yo solo quería pensar en Ángelo. Así
que quería hacerlo conmigo… que interesante, pero creo que desecharé la oferta.
Lo deseo, demasiado lo deseo, pero no pienso participar en su juego con Ney; yo
quiero jugar, pero en esa mesa solo caben dos. Si esta aburrido de su “fondo
venidero” como me imagino está, entonces que le deje: yo no estoy dispuesto a
ser solo quien le quite el aburrimiento. Y ahí sonó el timbre, por lo que me
apresuré a ir a clases. Hoy probablemente no vea a Ángelo, pero esta bien
porque de todas formas… yo no tenia nada importante que decirle.
Las horas pasaron con la lentitud de un suero hecho con
miel de abejas… pero Ángelo, mi pequeña obsesión, no había permitido que la
belleza de sus ojos oscuros, desafiantes, se tragaran mi mirada. Me gustaba la
forma en que sus ojos como dos puertas a una dimensión desconocida se fijaban
en los míos, me sostenían la mirada, como nadie mas lo hacia y pensando en
ellos sonó una vez mas el timbre; ahora el que marcaba el fin a las tortuosas
horas en las que no era dueño de mi, porque siempre estaba pendiente a que
apareciera él en mi camino.
-¡Gustav!
No otra vez. No bien había pisado el pasillo que daba a
la salida cuando Ney, que parecía tener un radar especial ya estaba llamándome…
y no había forma de hacer que no le oía porque todo el mundo se volteó a
mirarle. Muéranse todos, hijos de puta arrabalera.
-Hey Ney –traté de ser lo mas agradable posible porque en
el fondo, aunque no sabia muy bien por qué, me sentía un traidor.
-¿Qué harás?
¿Eh? ¿Ya sabe
que no se si tirarme al polvete suyo por la derecha o por la izquierda?
-¿Con qué?
-¡Ahora tonto! Que el qué harás cuando salgamos de aquí.
Y sin esfuerzo alguno en fracciones de segundo se me
ocurrió:
-No saldré de aquí ahora, tengo algo hacer con mis
compañeros. ¿Necesitabas algo? <¡Ja!
Yo tan amable. No es raro que se me ame tanto.>
-No en realidad… pero hace mucho que casi no hablamos, te
extraño.
-Lo siento Ney, pero ya se acerca el fin de semana,
seguro tendremos mas tiempo.
Y así, dejándole con cara de gatito mojado bajo lluvia de
Mayo me fui a “reunir con mis compañeros.” Debo decir que aunque yo sintiera
que había mentido no lo había hecho en lo absoluto, porque ciertamente a donde
iba sí que había varios compañeros de salón, así como también era dentro de la
escuela y era por supuesto, una clase. Solo que yo no estaba obligado a ir,
solo iba porque no me daba la gana de salir con Ney quien en realidad es muy
atractivo: tiene el cabello de un rubio puro, absoluto, que si la Barbie
tuviera vida seguro se ponía celosa. También tiene los ojos de un azul tan
limpio que a mi me parecía increíble que no me atrajeran en lo mínimo, eso sin
contar que tanto su cuerpo como su piel, son hermosos, perfectos… realmente Ney
es un chico muy guapo, pero a mi me parece el ser mas desabrido sobre la
tierra; todo lo contrario a Ángelo.
El pasillo por el que fui ya estaba vacío a esa hora,
pues los estudiantes regulares ya se habían ido a casa y los que pertenecían a
esa clase a la que me dirigía ya estaban dentro del salón correspondiente, por
lo que en el camino fui haciendo sin interrupción alguna lo que últimamente
tanto me gustaba hacer: pensar en el objeto de mis mas oscuros deseos. Por eso
al llegar a la puerta y abrirla lo hice como por automático y así me senté en
el primer asiento que encontré que además estaba en excelente posición para ver
a quien en medio del salón al parecer justo acababa de leer algo, pues
empezaban a dar opiniones de esto y aquello, a preguntar… ah que aburrimiento.
Amo la lectura pero en ese preciso momento no estaba ahí, solo mi cuerpo, porque
el alma estaba dando vueltas sin encontrar donde asentarse… hasta que alguien
se levantó y empezó a contar una historia; sin leerla, de memoria, con los ojos
ardiendo, vivos como fuego y la voz… su voz llenó cada rincón de ese lugar que
ante él se hizo grande y pequeño a la vez, a medida iba avanzando la historia
que nos hacia. No voy a decir que era
perfecta la historia porque no era así y yo por mucho que me encienda alguien
soy imparcial a la hora de juzgar, sin embargo su forma de relatar era única,
estaba viva, me tenia hechizado, preso y sin posibilidad de escape por el
tiempo que él quisiera; eso era mágico y es algo que casi nadie tiene. Al
final parece que Ney tenia razón, porque había ciertamente, magia en Ángelo.
Una magia que hizo a mi alma calmarse y alborotarse al mismo tiempo, que me
hizo amarle, odiarle, rendirme ante él en secreto, queriendo ser suyo a pesar de
que estuviera con ese idiota. Por suerte, el relato acabó y solo quedó en mi
mente, grabada a fuego su voz y en la retina la gracia de sus movimientos. Creí
que ya todo estaría normal, pero entonces antes de sentarse fijó sus ojos de
diablo en los míos y fue como si mil voltios me pegaran, sin embargo orgulloso
como soy, solo sonreí y él me guiñó un ojo porque es coqueto, es provocador y
además es tan vanidoso como yo; cree que todo el mundo le tendría que amar solo
por ser el, quien es nadie, pero por increíble que parezca… su formula
funciona.
Dos horas después de haber entrado la clase había
terminado. Pero la gente no se iba a su casa corriendo como si le estuvieran
persiguiendo para matarle si no que se iban tranquilos, hablando unos con
otros… la verdad, es que el ambiente era muy relajante y aunque había ido solo
por deshacerme de Ney, había terminado incluso participando, aunque sin ninguna
historia. Solo dando opiniones y compartiendo con los demás; lo hice además,
con honesta comodidad, olvidando incluso que allí, a solo dos asientos de mi
estaba él, el motivo encarnado de lo que por primera vez en mi vida me
obsesionaba. Algo que además, estaba vivo.
-Confieso que al atravesar la puerta no sabia lo que me
iba a encontrar –dije caminando a su lado cuando ambos coincidimos en la puerta
–realmente me ha gustado, pero además tu relato fue… sinceramente me
impresionó.
-Gracias –me dijo. Y yo me pregunté si acaso había
encontrado a alguien con el ego más grande que yo porque, ¿que tal si me había
impresionado en el mal sentido de la palabra? Y continuó –no esperaba que te
gustara tanto, pero me alegro. Y… ¿que esperabas encontrar?
-No lo sé como ya te dije, pero tampoco tenia idea de que
lo que fuera que hubiera me iba a resultar tan agradable.
Pasamos como 15 minutos andando uno al lado del otro vistiendo
ambos igual: una camisa blanca y pantalones blue jeans que era el uniforme. En
realidad no tenia nada de especial esa vestimenta, pero en el quedaba que daban
ganas de empujarlo al primer callejón y violentar su cuerpo hasta que desapareciera
ese odioso y abrumador atractivo que tenia. ¿Y como se veía físicamente Ángelo?
Pues, estoy seguro que para muchos tendría un físico que no sobresalía del montón;
tenia el cabello oscuro suavemente ondulado, castaño y sus ojos como ya he
dicho antes también eran oscuros, pero negros, como dos ventanas dejadas
descuidadamente abiertas en una noche sin luna ni estrellas. Su piel era
ligeramente tostada, como color arena pero su boca… esa reunía y luego
multiplicaba toda la provocación que contenía en el alma ese cuerpo que por
cierto, este ultimo era bien proporcionado, alto y sin una pizca de nada que
sobrara. Yo tampoco estoy mal, en lo absoluto; tengo los ojos almendrados,
verdes, el cabello negro lacio y la piel color caramelo. Mi cuerpo es de dimensiones
similares a las de Ángelo pero yo soy algo mas musculoso, ya que Ángelo es muy
natural y yo sin embargo si bien no soy un obseso con las pesas, de vez en
cuando las hago, así como también cuido mi alimentación, cosa que Ángelo no
hace en lo absoluto.
-¿Voy con Ney, vendrás?
-En otra ocasión, hoy no puedo.
-Lastima. Bueno, hasta mañana.
-Bye.
¿Serán normales esas ganas de matarlo? No me refiero a
matarlo a besos o algo así, me refiero a literalmente matarlo; con mucha
sangre, morderlo, golpearlo… sentir su vida resbalarse por mis manos y caer
desde mis dedos hasta el suelo. No entiendo, no me entiendo… pero le odio. Creo
que estoy volviéndome loco.
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