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Historia de una obsesión (4)



-¡Gustav!

-Hola ¿Cómo estas? –Sonreí, pensando en lo bien que se vería de rodillas sobre el W.C. mirando a la pared mientras yo le poseía: una, otra y varias veces más… sin parar.

-Siempre tienes esa cara.

-Es de felicidad pura… y buenos deseos. –Reí y él también lo hizo haciendo que mis fantasías se triplicaran. Suerte que yo estaba sentado porque de lo contrario habría visto la terrible erección aprisionada entre mis pantalones. Era doloroso, muy doloroso… pero también excitante, porque me imaginaba que ese dolor me lo causaba su piel al penetrarla con mi sexo… aunque era muy poco probable que esto pudiera ser algún día realidad, ya que tras tanto tiempo con Ney, virgen era algo que me imaginaba ya hasta el significado había olvidado Ángelo. Sin embargo la virginidad nunca ha sido para mi algo de vital importancia; él me gustaba. Me gustaba su forma de caminar, como gesticulaba, su voz, las cosas que decía y hasta donde había visto también me agradaba como pensaba. Así que virginidad era lo que menos necesitaba para que me tuviera así de obsesionado como me había tenido… y aun me tenía.


Los días siguientes fueron suaves, tranquilos… y mi relación con Ángelo se hacia mas cercana, mas estrecha. Tal vez sería raro para alguien que estuviera pendiente de nosotros tres, Ángelo, Ney y yo: pero para mi las cosas estaban mas normales que nunca, porque era así como tendría que ser; Ángelo y yo así de cercanos como era normal vernos en esas ultimas semanas. Nos enfrascábamos en conversaciones interesantes y algunas no tanto, pero todas con ese encanto que tiene toda plática cuando los participantes no solamente tienen opiniones comunes, sino que también está esa armonía y comodidad de estar hablando justo de lo que uno quiere, con quien uno desea. Descubrimos que teníamos algunas cosas en común e incluso discutíamos sobre las cosas que él escribía para las clases de literatura y aunque se oiga, tal vez, exagerado… en cierta forma me sentía que le hacia el amor cada vez que me sumergía en lo que escribía con el fin de darle luego una opinión. Aunque yo no leí solo por la opinión, más bien le daba opinión porque amaba lo que escribía y entre conversación y conversación, salió una vez el tema de nosotros mismos.


-Bueno, me alegra de que digas que la historia es viva. Siempre que escribo intento que no sea pesado, si no más bien ligero y hasta provocativo. Y lo de tener cosas en común contigo, bueno sí me parece extraño, por lo que a la primera no nos llevamos precisamente bien. Pero ahora no me incomoda.

-Mmm… a mi me agradabas. De cierta forma, pero me agradabas.

<<O sea, que estaba obsesionado contigo y hasta soñaba que te abusaba en los baños, en el aula después de clases e incluso en ese lugar del patio donde solemos reunirnos. Eso sin contar que me masturbo varias veces al día recordando ese movimiento suave, casi imperceptible de tus nalgas cuando caminas. >>  Pensé mientras él con tanta tranquilidad se sentaba sobre la mesa escolar, como suelen hacerlo los chicos cuando hablan con una chica en el salón, una que les gusta. Yo soy chico también como todo el mundo sabrá a estas alturas, pero yo nunca hago eso ni con una chica, ni con una mesa: a ambas las utilizo de manera muy diferente.

-¡Ja! ¿Cómo que de cierta forma?

-A ver… ¿Cómo te lo explico? <<Sin decirte que por esa forma de agradar, existen los acosadores>>

-Como sabes hacerlo.

Si, no se si será cosa mía, pero él sabe como hacer que la mas inocente conversación se convierta en un reto para mis pantalones.

-Bueno, hay muchas formas de agradar. A veces te agrada alguien y piensas “wow es genial” otras veces es “ok, no me molesta” y otros que te agradan mucho pero que verles molestos es demasiado tentador. Algo así me sucedía contigo, pero ya no.

-¿O sea que al principio te parecía atractivo porque me enojaba y ahora no es así?

-No me parecías atractivo porque te enojaras, me parecías atractivo para molestar que es otra cosa.

-Vale.

Y hasta ahora no lo he dicho, pero antes de siquiera saber que Ney y él tuvieran una relación, mientras a solas Ney se me ofrecía, yo en donde quiera que me encontrara con Ángelo le decía cualquier cosa subida de tono. No nos conocíamos, pero era normal para mí verlo tan bonito que no podía aguantarme las ganas de decirle por ejemplo:

-A ese –señalándolo descaradamente –le voy a dejar el culo como un colador.

Me agradaba molestarle, pero gran parte de su encanto era que en todo el lugar, era el único que parecía no querer nada que tuviera que ver conmigo, salvo tal vez una invitación a mi funeral y Ney aunque su idea era justo lo contrario, ayudó bastante a que la distancia entre nosotros se redujera.  Pero aun así, me parecía increíble estar como estaba ahora, tan cerca de ese chico, hablando como lo hacíamos… aunque entrando a esos temas en los que me sentía interrogado, yo siempre daba vuelta a la hoja y terminaba hablando, como ahora, de cualquier cosa que entretuviera a mi estimado Ángelo

-Y volviendo al tema anterior, le comenté a Ney lo que pensaba de lo que habías escrito. Pero creo que tal vez no debí hacerlo, creo que es algo celoso contigo.

-En realidad sí es celoso conmigo. No entiendo el porque es tan celoso conmigo, pero eso no quita el echo de que lo sea. Y no sabía que le habías comentado sobre lo que escribía. Pero gracias.

-De nada, pero me cuidaré de no hacerlo mas, que la idea no era que se molestara.

-No se molestó, tranquilo. Simplemente él es celoso, pero no se molesta. Tú le caes bien, y siempre ha sido así.

-Ah… pero si es un poquito celoso.

-Sí –rio –y no entiendo, tampoco es que yo sea un top model o algo así.

-Tampoco es que yo ande en búsqueda de quitarle a nadie nada… pero supongo que de las tantas muestras de cariño, esa es una.

-Vale… ¿pero qué es lo que deseas quitarle?

-Nada, eso he dicho. Por eso no entiendo que sea celoso y al final creo la razón es lo que te acabo de decir: una muestra de afecto.

Nuestra ultima clase ya pronto iba a comenzar, así que tras ver al maestro entrar, tanto él como otros que visitaban a sus novias u amigos, tuvieron que regresar a su salón mientras yo tenia que agarrarme al asiento para no correr tras el y dejar que mi propio cuerpo le dijera al suyo qué era aquello que yo quería quitarle a Ney. En eso, tratando de distraerme miré a Ana Paula, la chica mas bonita del salón si no de la escuela quien miraba a su novio alejarse con una expresión tan curiosamente mezclada entre ilusión y tristeza que me pregunté que expresión tendría yo mismo. Miré a Ángelo quien justo atravesaba la puerta pero tras hacerlo mientras caminaba rumbo a su salón me miró directo a los ojos y fue como si mil voltios me cocieran el cuerpo pero estoy seguro de que aquello fue mutuo, pues ambos casi al mismo tiempo apartamos la mirada; ahora tal vez yo estaba sintiendo lo mismo que esa chica de mi salón o al menos, entendía el porqué de esa mirada tan conmovedora.

1 comentarios:

Ely Grados dijo...

Como siempre una excelente manera de contar las historias.

Me encanta <3

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